Erik me indica que vaya hacia él. ¿Qué otra quedaba? Llego hasta él,
me toma de la muñeca.
-Van a estar todos corriendo por el pasillo y por las calles más,
necesito que no te me sueltes y nos distanciemos. Los demás saben lo que tienen
que hacer y hacia donde, vos no.- Me dijo Erik mirándome fijamente a los ojos
con resolución.
-Ok-Le respondo. De algo estoy segura, quiero saber más de que trata
esto. ¿La curiosidad mató al gato? Espero que no.
Efectivamente el pasillo está lleno de personas alborotadas que iban
rápido por todos lados, sin una dirección fija algunos. Vamos hacía las
escaleras, no tenemos que bajar mucho, solo estamos en el tercer piso. A lo
lejos puedo escuchar las sirenas de algo, bomberos, ambulancia y/o policía.
Seguimos corriendo por el vestíbulo, pensé que me llevarían por una entrada
secundaría, pero no. Ya en la calle dejamos de correr, pero a paso rápido vamos
en contra del tumulto, hay mucho humo y polvo que me hace toser.
Corremos todos dos cuadras, como se puede entre el tránsito de
personas; la mayoría va en dirección opuesta a la nuestra, o sea, hacia el lado
de la explosión.
Entramos por una de las escaleras que dan al subte. En “Diagonal
Norte” hay varias líneas que se cruzan ahí, no se cual tomaremos así que no me
puedo dar una idea de la dirección podrían dirigirse. Seguimos corriendo por el
laberinto de pasillos y más pasillos de esa estación. Sofía abre una puerta a
la que jamás le había prestado atención, al lado de una de las boleterías; que lleva
a más pasillos, aminoran el paso, abren otra puerta.
Está todo levemente oscuro, solo un instante para adaptar la visión.
Hay tenues luces y el resplandor de la estación a unos metros, estamos entrando
a los túneles del subte. Bajamos por una escalera rudimentaria y vieja, noto la
tensión de Erik en su lenguaje corporal, es como un gato cuando escucha un
ruido; la forma de mirar a todos lados con detenimiento, como buscando algo que
sabe que está ahí, en el cambio de su postura hacia mí, en el apretón realiza
sobre mi muñeca. Lo único que se me ocurre es que debe estar por venir alguno
de las formaciones y nos tropelle. Pero miro a los demás, están preocupados por
lo mismo que yo; todos observamos a Erik, algo no anda bien y estimo que no es
nada que tenga vagones.
Se escucha un rechinar lejano y el murmullo de las personas de la
estación.
Pero sí, hay algo ahí, en la oscuridad. Pero no es tan oscuro donde
está. No lo veo, pero sé que hay algo. Un sector de sombras proyectadas,
claramente delimitadas, pero las está usando para camuflarse. ¿La plena falta
de luz era muy obvia no?
Va a atacar y sé que siguen mirando casi al lado opuesto. Erik está
tan seguro que hay algo donde él observa como lo estoy yo de la otra zona. No
puedo alertarlos porque desencadenaría el enfrentamiento.
Erik desliza su presión en mi muñeca para tomar la palma de esta, la
dirige por su baja espalda hasta su cinturón. Quiere que tome lo que tiene ahí.
Un arma blanca de doble filo.
Con decisión la tomo con la zurda, lentamente la llevo a mi espalda
y hago el cambio a la diestra. Nuevamente con la mano izquierda busco en el
bolsillo del jean las llaves de casa para cerrar el puño con más firmeza; las
piernas un poco separadas para un rápido movimiento.
Lo que sea que estaba mirando Erik ataca a Sofía, pero no me muevo,
todo pasa a una distancia de unos o dos metros de mí. Sé que no puedo dejar de
prestar atención. Erik se la saca de encima a ese ser humanoide, son una bola
en la visión de mi rabillo del ojo. Ni Lucas, ni Eduardo ni Sofía intervienen,
están aplastados contra la pared.
La otra “cosa” de las sombras seguía ahí, la percibo, se mueve entre
ellas. No es exactamente igual con lo
que está peleando Erik.
Noto un movimiento fugas.
Otro más.
Solo veo movimiento, pero nada más.
Desde el lado de la estación noto que viene algo, me golpea de un
saque, tirándome al piso, mi cabeza casi cae contra el riel. Siento un dolor en
las costillas, ni pude verlo, y esto que estoy bajo el foco tenue que marca la
entra de la escalera.
Me voy hacia el lado de la estación para tener más luz.
Me golpea en la espalda y caigo al piso nuevamente. En el suelo
puedo escuchar a la gente alarmada, estoy cerca del andén.
No pudo verlo, sé que está, pero no lo puedo ver venir.
Logro ponerme en pie.
Me da con fuerza atrás de las rodillas, caigo y todo va en cámara
lenta. Eso es para que caiga de rodillas hacia adelante, para tener mi cabeza a
la altura de una buena patada.
Caigo de rodillas y tan rápido como puedo me tiro al piso, me giro y
doy una patada a donde se supone que tiene que estar. Le pego, es macizo, no
fantasmal. Tomo su pie, aparentemente, con mi mano izquierda, aun en el piso y
tomo fuerza para darme el envión y llegar con la daga en mi diestra y dar un
puñetazo.
Se escucha un fuerte alarido; seguido de un liquido extraño, es
sangre, pero de un rojo muy oscuro.
Cada vez hay más gente en el andén. Solo que no lo puedo ver bien en
esta luz, no es lo suficiente.
Mi sorpresa me cuesta caro, se tira sobre mí. Me da en la cara un
fuete golpe, siente el sabor de mi sangre. Me da otro golpe del otro lado.
Trato de zafarme pero no puedo, escupo la sangre.
Escucho un alarido como de satisfacción, siento como una lengua
bífida pasa cerca de mi boca, buscando más sangre. Logro darle una patada al él
inclinar hacia adelante su cuerpo. Noto su desesperación, algo ha cambiado.
Siendo algo punzante en mi muñeca, me está mordiendo. Ahora lo
entiendo, es la sangre. Se desesperó por ella, perdió el control la criatura.
Logro darle otra patada y deslizarme a las forcejeadas lo suficiente para
llegar hasta la daga.
Noto que toma un poco más de definición, por un momento logro verlo.
¿Es medió verdoso? Pero vuelve a desaparecer. Tengo la mano derecha chorreando
levemente sangre, y con poca fuerza. Tomo la daga con la zurda.
En menos de 3 segundos siento un golpe en el estómago que me tira a
5 metros hacia la luz, me levanto, me vuelve a golpear en la espalda, luego en
la cara.
No puedo más.
Esto no es luz, esto son sombras, se oculta entre las sombras. Si no
hay luz de verdad, lo va a seguir haciendo, pero en la oscuridad estaríamos los
dos en igualdad de condiciones.
Miro con desesperación el final del otro extremo de la estación y
corro como jamás corrí en mi vida.
Lo puedo sentir a menos de un metro de distancia, pero sigo
corriendo.
Tira de mi pelo, me doy vuelta antes de que termine de tironear y
lanzo mi brazo izquierdo con la daga en mi mano. Le doy en la mandíbula, sé que
corté hasta el hueso. Sigo corriendo para zambullirme en la oscuridad.
No vendría, porque sabe lo que pretendo, pero quiere seguir chupando
mi sangre; sé que va a venir.
No puedo ver, pero por eso mismo mis instintos se agudizan. Puedo
escuchar hasta las gotas de agua resbalando por las viejas paredes.
Puedo percibir sus pasos raudos en zigzag, era ahora o nunca, puedo
escuchar una formación de subte acercándose a lo lejos, si sus faros iluminan y
proyectan sombras en movimiento estoy perdida.
No espero más. Tomo envión y
corro hacia él de forma recta, se que va en zigzag. A un metro suyo, el se
mueve hacia su derecha. Yo salto, porque con seguridad pretende hacerme
tropezar, solo muevo mi brazo izquierdo hacia arriba y con la daga inquinada en
diagonal doy el golpe para encastrarla en su cuello.
No espero a ver si está muerto o no ya que veo la luz del subte
asomándose al giro del túnel. Corro como puedo por las vías en dirección
opuesta, pasando nuevamente por el sector ya muy concurrido de gente de la
estación agarrándome el costado derecho de mis costillas.
Llego hasta un poco más lejos de donde los había dejado, falta
Eduardo y Erik. Lucas me mira con susto, Sofía me echa un vistazo.
-Te creía muerta- Me dice Sofía, como si nada, mientras mira el
túnel- Tenemos que seguir, o nos pisan las formaciones. ¿La serpiente está
muerta?
-No tengo idea- le respondo interpretando sus palabras- Pero ¿y Erik
y Eduardo?- le digo agarrándola del brazo.
-Ya saben a donde tienen que ir, tenemos que seguir ya. Se puede
recuperar con rapidez y llamar a más- Me informa Lucas retomando por el túnel a
paso rápido- Y no esperes noticias de Eduardo, es mejor no hacerse ilusiones.
Realmente no sabía qué hacer, si seguir a Lucas o Sofía o ir a
ayudar a Eduardo y a Erik, pero sería un estorbo, estoy fuera. No puedo
enfrentarme de nuevo ni con una cucaracha.
A 50 metros de la estación, hay una puerta más que ubica Sofía
tanteando en la pared, el subte está por pasar. Entramos con tiempo en otra
serie pasillos infinitos.
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